domingo, 11 de octubre de 2015

EN EL INQUIETO SILENCIO DE MIS HORAS...







En el inquieto silencio de mis horas
duermen tu sonrisa y tu mirada…
No sé si tal vez algún día
podrás amarme como yo te amo…
quizá más tarde tus ángeles cansados
te permitan saltar ese muro de distancia
entre tu ser y mi ser y entonces, puedas
sentir lo que yo siento:
reír con mi alegría, entender el dolor
lacerante de tu ausencia
que me estruja como un puño de acero
este insensato corazón, sensitivo y ciego
que aún cree en el amor
y lo persigue por laberintos de tristeza
y de dolor sin nombre…
Hay un leve susurro de pétalos dormidos
que agita los duendes de tu mirada quieta.
cuando acaso me miras, como buscando algo;
ellos juegan por instantes luminosos
en tu boca, se asoman a tu risa,
me iluminan el alma fugazmente.
Entonces…mi mariposa errante,
ese tonto corazón  que no comprende
de distancias, se desvela y sufre
con un dolor antiguo,
perdiéndose en el fragante silencio
de tu mirada buena.
Este absurdo corazón enamorado,
ansioso de presencias y caricias,
me ha contado su secreto final:
él me ha dicho que si extiendo mis manos,
como palomas quedas,
en el breve silencio de las sombras,
desde el recóndito cielo de mi ser,
ellas acariciarán tu alma…
Cada noche siento cómo tu voz
derrama arpegios de dulzura
sobre mi ser y mi sustancia…
Y este corazón rebelde y asombrado
de amor y de distancias,
esa mariposa inquieta que ama
tu risa, tu dolor y tus silencios,
 desea respirar tu mismo aire,
 ama compartir tu misma sombra…
Entonces, cuando el cielo
desvelado cobija el fulgor de tu mirada
profunda y misteriosa,
de fragantes caricias y perdidos cielos,
cuando las dulces estrellas
caminan en su marcha al infinito,
por breves instantes, como pétalos de luz,
la noche me regala una brisa tenue,
una ráfaga de miel…es tu mirada,
el perfume de tu voz, tu breve aliento
que apenas dice algo, pero que agita
mis aguas, desparramando estrellas
en mi sangre, anhelante de amor
y de presencias…
Y entonces me duermo con tu voz
y con tu aliento, sobrevolando mi cielo
silenciosamente…me duermo y sueño
que te tengo y que me tienes…
¿Ha de ser sólo un sueño?
¿Quién podría contestarme la pregunta?
Eso no lo sé…pero sí hay algo que he sabido ya:
cuando me llegue el tiempo
de recoger los frutos de maduras primaveras…
cuando el dulce otoño  me regale
mi  aliento final, dorado de ensueño y lejanía…
entonces…sé que mi último aliento
llevará tu nombre…!



8 de Agosto de 2014

0 comentarios:

Publicar un comentario